XXV • Acerca de la Ilusión

DICE EL MÁS LISTO DE LA CLASE:

Nos cuenta el diccionario sobre la ilusión, que es: Concepto, imagen o representación que aparece en la conciencia sin causa real que la motive, y sólo procede de la imaginación o de engaño de los sentidos.

Tenemos aquí un par de pistas: aparece en la CONCIENCIA (luego no es real) y sólo procede de la IMAGINACIÓN (menos real todavía), o del ENGAÑO DE LOS SENTIDOS (o sea, falsa a más no poder).

No animan mucho estos conceptos, que son los que nos describen la ILUSIÓN.

También nos dice el diccionario de la ilusión que es una: ‘Esperanza acariciada sin fundamento racional’. De nuevo desesperanzador: se trata de una quimera. ¡AL CUERNO CON LA ILUSIÓN!

Conclusión: La ilusión es la excusa que necesitamos los mortales para poder seguir viviendo. La frase ‘mientras hay vida, hay esperanza’ es errónea. La frase es: ‘Mientras hay ILUSIÓN, hay esperanza’.

Y DIGO YO:

Toda mi vida he tenido ilusión, cada uno de mis 16.915 días de vida he tenido ilusión, y no precisamente ilusión de haberla tenido, sino como algo real y tangible que ha convivido conmigo en todo momento, en forma no de una, o de diez, sino de centenares, miles de ellas a la vez.

Podría remontarme en los siglos de mi existencia y recordar nítidamente muchas de las ilusiones que me han acompañado desde siempre. La lista sería infinita si empezara con mis recuerdos de niño, con tres o cuatro años. Sí, todavía conservo en la memoria cuáles eran, en qué consistían muchas de aquellas ilusiones infantiles.

Y comprobado está que las ilusiones son también infinitas, y que podemos disponer de ellas sin límite, a millares, a millones, sin restricciones. Sí, son gratuítas, de libre disposición y albedrío, patrimonio de la humanidad, de los humanos, y que todo aquel o aquella que así se sienta, puede hacer uso de su derecho a ilusionarse sin límite. Porque las ilusiones están ahí para que las hagamos nuestras, y con ellas, nuestras vidas más agradables, más esperanzadoras, más felices.

Y yo he tenido (y tengo) la enorme fortuna de haber poseído, y poseer todavía, infinitas ilusiones, que aún hoy, en el peor de mis momentos, conservo intactas y renuevo cada día.

Y cuando echo mano de ellas, me vuelvo a sentir rejuvenecer en el espíritu y en el alma, incluso en mi cuerpo curtido ya en mil batallas. Vuelvo a ser un niño, porque si algo tiene de maravilloso la ilusión es que es intemporal. Sí, se siente del mismo modo con cinco años que con ochenta y cinco. No hay más que ver a nuestros mayores, nuestros ancianos, ilusionarse con el más pequeño de sus sueños, que les regalan las sonrisas más dulces e infantiles a sus rostros.

ESO ES LA ILUSIÓN justamente; seguir siendo capaces de sentirnos inocentes como niños, y seguir teniendo fe en que TODO PUEDE SUCEDER.

Y la prueba más contundente es que perder la ilusión es empezar a morir, de forma más irreversible que con la enfermedad más cruel.

Si en algo estoy de acuerdo con el más listo de la clase es en que, también para mí, la frase es: ‘MIENTRAS HAY ILUSIÓN, HAY ESPERANZA’.