Y FIN: Sin dejar de soñar, vivir

Dos años han sido más que suficiente, dos años de un dolor inmerecido, injustificado...

Dos años que el Ángel herido cierra con la llegada de un nuevo año, que vivirá en la luz, dejando atrás una oscuridad en la que nunca debió habitar.

Un ciclo se ha cumplido, soñando bajo la Luna...

Una nueva vida se inicia...


XXVIl • Si odio

No es sencillo
No es agradable
No es soportable
Tanto dolor
Tanta pasión
Tanto temor

No es romántico
No es bucólico
No es deseable
El desamor
El deshonor
El rencor

Y qué hacer
Si duele
La pasión
Si temo
El desamor
Si sufro
El rencor
Si odio…

XXVI • Cerca de tí

Cerca de tí
SIEMPRE
Bajo la Luna
Soñando
Sufriendo
Sintiendo
Siendo
Solo

Cerca de tí
SIEMPRE
Tu música
Tu voz
Tu magia
Tu alma


Cerca de tí
SIEMPRE
Mirándote
Soñándote
Anhelándote
Llorándote
Esperándote

Cerca de tí
SIEMPRE
Respiro
Muero
Resisto
Muero
Vivo

Cerca de tí
SIEMPRE
Luna

XXV • Acerca de la Ilusión

DICE EL MÁS LISTO DE LA CLASE:

Nos cuenta el diccionario sobre la ilusión, que es: Concepto, imagen o representación que aparece en la conciencia sin causa real que la motive, y sólo procede de la imaginación o de engaño de los sentidos.

Tenemos aquí un par de pistas: aparece en la CONCIENCIA (luego no es real) y sólo procede de la IMAGINACIÓN (menos real todavía), o del ENGAÑO DE LOS SENTIDOS (o sea, falsa a más no poder).

No animan mucho estos conceptos, que son los que nos describen la ILUSIÓN.

También nos dice el diccionario de la ilusión que es una: ‘Esperanza acariciada sin fundamento racional’. De nuevo desesperanzador: se trata de una quimera. ¡AL CUERNO CON LA ILUSIÓN!

Conclusión: La ilusión es la excusa que necesitamos los mortales para poder seguir viviendo. La frase ‘mientras hay vida, hay esperanza’ es errónea. La frase es: ‘Mientras hay ILUSIÓN, hay esperanza’.

Y DIGO YO:

Toda mi vida he tenido ilusión, cada uno de mis 16.915 días de vida he tenido ilusión, y no precisamente ilusión de haberla tenido, sino como algo real y tangible que ha convivido conmigo en todo momento, en forma no de una, o de diez, sino de centenares, miles de ellas a la vez.

Podría remontarme en los siglos de mi existencia y recordar nítidamente muchas de las ilusiones que me han acompañado desde siempre. La lista sería infinita si empezara con mis recuerdos de niño, con tres o cuatro años. Sí, todavía conservo en la memoria cuáles eran, en qué consistían muchas de aquellas ilusiones infantiles.

Y comprobado está que las ilusiones son también infinitas, y que podemos disponer de ellas sin límite, a millares, a millones, sin restricciones. Sí, son gratuítas, de libre disposición y albedrío, patrimonio de la humanidad, de los humanos, y que todo aquel o aquella que así se sienta, puede hacer uso de su derecho a ilusionarse sin límite. Porque las ilusiones están ahí para que las hagamos nuestras, y con ellas, nuestras vidas más agradables, más esperanzadoras, más felices.

Y yo he tenido (y tengo) la enorme fortuna de haber poseído, y poseer todavía, infinitas ilusiones, que aún hoy, en el peor de mis momentos, conservo intactas y renuevo cada día.

Y cuando echo mano de ellas, me vuelvo a sentir rejuvenecer en el espíritu y en el alma, incluso en mi cuerpo curtido ya en mil batallas. Vuelvo a ser un niño, porque si algo tiene de maravilloso la ilusión es que es intemporal. Sí, se siente del mismo modo con cinco años que con ochenta y cinco. No hay más que ver a nuestros mayores, nuestros ancianos, ilusionarse con el más pequeño de sus sueños, que les regalan las sonrisas más dulces e infantiles a sus rostros.

ESO ES LA ILUSIÓN justamente; seguir siendo capaces de sentirnos inocentes como niños, y seguir teniendo fe en que TODO PUEDE SUCEDER.

Y la prueba más contundente es que perder la ilusión es empezar a morir, de forma más irreversible que con la enfermedad más cruel.

Si en algo estoy de acuerdo con el más listo de la clase es en que, también para mí, la frase es: ‘MIENTRAS HAY ILUSIÓN, HAY ESPERANZA’.


XXIV • A tí que me piensas ahora

Enciendo un cigarrillo y dejo mi alma vagar entre caprichosas volutas de humo azul. Pierdo la mirada justo donde ámbos me miran; yo mismo, a cuestas con mi destino, Migue conmigo, en el umbral de su adios. Con el abuelo Ramón de mudo testigo.

Y no dejo de sonreir, mientras se agolpan en mi mente los recuerdos. Pensando en tí, en todas las veces que has sido tú. En que, mucho o poco, pero siempre cuando menos lo esperaba, has formado parte de mí, de mi maravilloso mundo interior, de mi universo propio e inaccesible. Conseguiste meterte en mi cabeza, en mi alma, en mi corazón, de puntillas, atropelladamente, como yo soy, como necesito que tú seas, a galope tendido entre los valles de mi enigmática razón, a traves de las colinas de mis inextinguibles sentidos.

Para bien o para mal te he amado como sólo yo podía hacerlo, sin los límites de este taimado y artificioso mundo, sin el mezquino temor de los falaces mortales. Y si, ya sé que nunca fui correspondido a un amor que, por otra parte, se convirtió en una sinrazón para todas vosotras.

Pero no llegué hasta aquí para vivir una existencia mezquina, para hundir mi rostro en las tinieblas de lo efímero, para ocultar mis sentimientos tras la pusilánime máscara de la vulgar cobardía. La vida siempre fue para mí una aventura audaz... o nada.

Vuelvo a sonreir, con el cigarrillo consumido entre mis dedos, al recordaros a cada una de vosotras, que tanto me habéis dado, aunque jamás llegárais a ser conscientes de hacerlo. Sonrío imaginando vuestro semblante fascinado e incrédulo al descubir (algo del todo impensable) la asombrosa intensidad de mi amor por vosotras. No ha de haber sin embargo tristeza, no donde nunca hubo consciencia.

Tan sólo quería mostraros una ínfima parte de mi gratitud con estas sinceras palabras.

A tí que me piensas ahora.


XXIII • Por qué?

Abubillas llamando, ocaso estrellado, sabor amargo, pura hiel.
Rompen las olas, arrulla el curso del rio, y la música llega,
amable brisa, embriagadora y ciega.
Pían, se llaman, pían, se contestan. Y la noche se cierne...
Me rasgo el alma, y qué encuentro... Se me vá la vida asolada.
El piar, la música, el vacío, mi sonrisa burlada, mi latir congelado...
No siento... y siento tanto. Espesas las entrañas, sangre,
gelatinoso plasma, macilenta mirada, inerte corazón yermo.
Siguen piando, llamando. Siguen. Pían.
Ahora piano, triste, arrasando notas aladas.

Sueño contigo, y contigo... contigo.
Dulce pesadilla que hiere, que abrasa.
La noche, al alba, morir, vivir, morir...
Y de nuevo la luz, el día, y de nuevo muero, recorriendo telarañas,
hedores, frescura, dolores arcanos.
La vida no es sueño, es horror. Amor, temor, volar con la melodía,
convertida melancolía, estallar en falaz algazara.
Y pían, se llaman, abubillas...

Y lloro lágrimas negras, húmedos hollines, ponzoña, desídia,
doliéndome el alma, se me moría... el gesto en mis labios, de franca alegría.

No encuentro sentido, así me sentía. Por qué me dejaste? Solo, absuelto de culpa,
el alma perdía. Por qué me dejaste? Por qué huíste mientras moría?

XXII • Tu recuerdo

Son rostros en sombras, afectuosas miradas, formas difusas,
aromas concretos, cabellos y ropas, son voces y risas.

Son tiernos momentos, lugares, memoria, balancéo de un sofá,
la cortina que se enreda, y a tu voz, un minino vuelta y vuelta.

Son palabras que resuenan, sentimientos que afloran, roces,
caricias, besos, manos que sienten, piel cálida estremecida.

Son horas, son días, son años, entrando al mundo de puntillas,
sueños, temores, valentía, son cariño y alegría.

Son letras lloradas, dulces secretos vertidos, necesidad escrita,
derramada nuestra vida, sobre papel anhelado.

Son energía invertida, son esfuerzo compartido, nuestro aliento
respirado, frio, calor, son camino deseado.

Son punzadas de dolor, son hambre, sed, soledad, ausencia, temor.
Son recuerdos que te queman, perdida ya su razón.

(Para tí, añorada Teresa)

XXI • Días que son tuyos

Hay ciertos días que son tuyos,
instantes de horas enteras,
jornadas de apenas segundos,
en que la vida se detiene
exhalando su nostalgia
con apenas un suspiro.

Días que traen tu nombre
como las hojas mecidas
por el aire que respiro.
Días de luz y sonrisas
dulces como la miel
de tu mirada de niña.

Instantes eternos de tí,
de melodías que te sueñan,
que me hacen perder la razón
bajo la ténue luz de las velas.
Instantes soñados sin fin
que te convierten en ella.

Jornadas de humo y licor
para mostrarnos las almas,
donde el más leve roce es amor
y la ingénua locura nos gana.
Jornadas, ocurra lo que ocurra,
para volver a ser anheladas.

XX • El ocaso llega...

El ocaso llega... brumoso, disipante, cadencioso.
Reclamándome la vida, en silencio, de puntillas.
Con el trinar de los pájaros, el hulular de la brisa,
el reir de los jóvenes, el aserto de los viejos,
llega el ocaso como siempre, a mi vida, cada día.

Me llego a mi rincón somnoliento, acompañado de mi tristeza. Vengo a llorar en silencio, como quise hacerlo, como dije que lo haría. Vengo a llorar por dentro.

Aunque me queda alegría, ya lo creo que me queda. Pero la siento allá dentro, en lo profundo del alma mia. En un lugar al que nadie tiene acceso todavía.

Vengo llorando la ausencia, esa ausencia que me axfisia, porque quisiera tenerla, tenerla conmigo, a mi lado cada día.

Y se empecina la vida en negarme su sonrisa, que sin oirla la siento como si ya fuera tan sólo mia.

Y al gritar desesperado, sin que mi grito se escuche, se me astilla el aliento lacerándome la vida.

Vine a llorar, ya dije. Porque el Ángel sigue herido... sigue herido todavía.

(No busco consuelo, no puede haberlo. Tampoco compasión, no la merezco. Sólo llorar, a eso vengo)

IXX • Le lloro al cielo

Le lloro al cielo que nace
al despertar mi cama vacía,
arrugada de recuerdos,
anegada de sollozos
lloro al cielo cada día.

Le lloro al cielo que me mira
desgranar horas sufridas,
esconderme de sus burlas
renegando de mi ser
por seguir creyéndola mía.

Le lloro al cielo por su belleza
justo al ocaso, prendido en llamas,
hecha jirones el alma,
en brasas al recordarla
imploro al cielo venganza.

Le lloro al cielo que marcha
mientras la Luna se rie
contemplando mi rostro bañado
por los rios de mi desgracia,
le lloro en llanto de escarcha.

Le lloro al cielo mientras estalla
derramando el universo entero
entre sus nubes de plata,
mientras la brisa ativia
las lágrimas que ella me arranca.

Le lloro al cielo nocturno
preñado de estrellas blancas
mientras me guiñan sus ojos
regalándome esperanza,
recomponiendo de nuevo mi alma.

======================

(Este rinconcito de mi alma iba
a llamarse ‘Llorando bajo la Luna’)

XVIII • Como la vida misma

Como la vida misma,
sin esperarla, sin merecerla,
sin despertar a la Luna,
como las mágicas Hadas
que nuestros sueños habitan.
Se presentó sin más, una noche,
como lo haría la vida misma.

Apareció al ocaso en mi vida,
mientras llovía mi alma,
mientras mi vida moría.
Con su fulgente cabello dorado,
con su perlada sonrisa tendida,
con su celeste mirada serena,
como lo haría la vida misma.

Como la vida misma,
me obsequió sus dulces palabras,
sanando llagas, cerrando heridas,
pactando con las distancias,
parando las horas y hasta los días,
para rendirme su tierno regazo
para invocarme a creer en la vida.

Apareció al ocaso en mi vida,
real, vital y valiente,
como el más dulce presente,
hermosa como los besos de amor,
como el dorado aroma de miel,
como entre nubes rayo de sol,
como lo haría sin duda la vida.

=====================

Burbuja dorada,
Burbuja querida,
siento quererte ya tanto
como querría a la vida...

XVII • Te miro y siento

Te miro y siento,
porque tus ojos transmiten
desde infinito amor
a la sincera tristeza
que habita en mi interior.

Te miro y siento
si te descubro celosa
por todo cuanto yo siento,
porque quisieras darme
tu posesión más hermosa.

Te miro y siento
curárseme el alma en pena,
aflorar lo mejor de mí mismo,
sentimientos desconocidos
inspirados en tu belleza.

Te miro y siento
hallar el cielo en la tierra,
pues eres mi alma gemela,
y nunca podré renunciar
a quererte de ésta manera

Para tí, Marieta.

XVI • Mi amiga La Lluvia


Amanece. Tardo en abrir los ojos, el sueño me vence. El tiempo pasa. Hay que hacer un esfuerzo, comenzar un nuevo día. La voluntad posee la fuerza, ella hace que consiga despegar mis párpados, entreabrir muy lentamente mis ojos. Primero el izquierdo, que queda del lado de la ventana y no puede contener su curiosidad, después el derecho. Bien, ahí está, esa luz, o cabría mejor decir esa ausencia de luz... ha amanecido nublado. Mis sentidos captan inmediatamente la atmósfera creada en ausencia del dios Ra. La persiana está bajada, la cortina de harpillera echada, aunque las micro ranuras permiten adivinar el tiempo afuera. Exigiendo un nuevo esfuerzo a mi cuerpo, otrora perfectamente atlético, consigo salir de la amada cama, llegarme hasta el lavabo. Cuando salgo de él, más despejado, recorro ilusionado los metros que me separan del ventanal de la biblioteca, y entonces sonrío.

Afuera llueve.

Es día de fiesta, no trabajo, llueve... no se me ocurre situación más perfecta.

Me visto presuroso, como empujado por alguna extraña urgencia, y salgo a la calle. El día es gris, con densos, espesos nubarrones de caprichosas y cambiantes formas que se desplazan, en una danza magistral, a poca altura del suelo, como pidiendo ser acariciadas. Inocente, como un niño, levanto mi mano derecha en un intento pueril de alcanzarlas con las yemas de mis dedos. Y aunque no consigo rozarlas, sonrío feliz, lo he intentado al menos.

No llueve mucho, pero está todo reluciente, empapado por las horas previas de lluvia. Mis sentidos van despertando con rapidez a un mundo distinto, casi mágico, del que estoy seguro provengo. No me cabe duda de que en alguna de mis anteriores existencias fui criatura anfibia; un delfín quizás, un gran escualo, un diminuto y translúcido pececillo de las profundidades abisales... provengo del agua, eso es seguro.

Los sonidos me sustraen de la realidad, las miríadas de perlas estrellándose por doquier a mi alrededor, sobre mí; el chapoteo de los coches sobre los charcos, el de mis propias pisadas, el sibilante siseo de la lluvia misma al caer..

Y por fin los indescriptibles aromas, vivificantes y humectantes aromas, a tierra mojada, que me transportan a mi niñez, a los interminables veranos, paseando bajo el aguacero, recogiendo ‘vaquetes’ con mis primos, mis padres, mis tios. A las infinitas horas de piscina, viviendo más dentro que fuera del agua. Fragancias evocadoras que me devuelven parte de esa infancia perdida en el pasado, de esa angelical felicidad robada a golpe de vida.

Y ya desayunando en el bar, instalado junto al ventanal, pierdo la mirada en la paleta de intesísimos verdes del follaje de la avenida. Se me borran todos los rasgos de la ciudad, todo asomo de civilización, quedándo aislado en medio de la naturaleza. Llueve, y la ciudad se desvanece; tan sólo soy capaz de percibir mi ancestral naturaleza.

De vuelta a casa aumenta mi deleite al mirar a mi alrededor como por primera vez, como un ciego al que sus hadas favoritas hubieran devuelto la vista y no diera credito a todo cuanto ve, por fascinante, por maravilloso.

Si, llueve. Y en días de lluvia, al ser venido de las aguas le visitan las musas, todas ellas. Tan sólo hay que contemplar extasiado el exterior, nuevamente colgado del ventanal de la biblioteca, el inenarrable panorama de nubes entrechocando, fundiéndose amorosamente unas con otras, y como resultado su fecunda lluvia bañándolo todo, nada queda al abrigo, y menos que nada mi alma.

Así fue una y otra vez, miles de veces, en cada cuadro soñado, pintado. En cada libro escrito, en cada dibujo arrancado al prístino papel, en cada poema dedicado al amor, siempre al amor, en todas su formas, en todas sus vidas.

Podría seguir hablando de ella, mi amiga la lluvia, emocionado, excitado, enamorado, pero sería en vano; nada hay que la describa, tan sólo que es un regalo, que es vida. La lluvia me regala eso, la vida.

(Para tí Gabucha)


XV • Por qué morir

Por qué morir
si miro al cielo y resucito,
si contemplar el ocaso
hace tambalear mi alma
y un sencillo soplo de brisa
me recompone la vida?

Por qué morir
si hasta una gota de lluvia
sobre mi rostro llorado,
si un tronar desgarrado,
si el destello de un rayo
ponen fin a mi agonía

Por qué morir
si tu preciosa sonrisa,
tus dulces ojos entornados
mirándome a hurtadillas
toman forma de Ángel
para curar mis heridas?

Por qué morir
si todo el dolor infringido
por las diosas de las penas
apenas socaba mi amor
que siento infinito en mis venas
suspirando por ser para vos?

XIV • Buscando tu sonrisa

Quería reirme un rato,
no sabía cómo hacerlo,
entonces sonó el microondas
y me acordé de mi gato.

Bien pensado, no molaba,
lo llenaría todo de pelos
y no lo podría meter
si antes no lo pillaba.

Qué podría yo hacer
para reirme un rato?
andaba canturreando
al són de mi rítmico flato.

Podría echar huevos al patio,
o bien llamadas obscenas,
ir apretando los timbres
por cada una de las puertas.

Podría prender fuego al loro,
llamar luego a los bomberos
pedirles que lo apagaran
y cocinarlo para la cena.

También podría disfrazarme
de pendeja toda tiesa
ligarme algún maromo
y que saliera por piernas.

Podría si acaso a la noche
andar pinchando las ruedas,
esperar a ver los dueños
con esas caras de pena.

Podría saltar al vacío
desde mi alta azotea,
estrellarme contra el suelo
con estrépido espantoso,
y dar un susto de muerte
a cualquiera que lo viera...

No, esto no.

En fin, no se, me aburro,
Yo lo que quería era reirme
y por mucho que me estrujo
me sale la vena gamberra.

===================

Una pequeña broma de Ángel

XIII • Necesito del amor


Sí, necesito del amor,
ni lo niego, ni pudiera.
De su esencia, su presencia,
su dolor, y en su riqueza,
su magnánima aquiescencia.

Sí, necesito del amor,
pues soy su dios y me quema
hinchando mi pecho de rabia
porque nadie me lo quiera.
Ni aún entregando mi alma,
mi sangre caliente en sus venas,
el latir de mis entrañas.
Que ni dando la vida entera...
nadie, aún así, lo quisiera.

Sí, necesito del amor,
porque me huyen las fuerzas
nadando a contracorriente
en las lúgubres mareas
de las ánimas en pena.
Porque la locura me infecta
su elixir empozoñado...
sin compañera de alma,
sin que nadie me lo quiera.

===================

No sé cómo explicarlo. Tengo dentro de mí tanto amor que me dá la sensación que podría abarcar el mundo entero con él... y sin embargo siento que nadie se ha percibido de ello, ni aún ofreciéndolo, ni aún regalándolo... Que nadie ha sido capaz de apreciarlo, aceptarlo, comprenderlo, compartirlo... Cómo es posible... Acaso nadie lo necesita, acaso andan todos sobrados de él... O es que acaso nunca he sabido darlo, con mi afecto, con mi cariño, con mis imperfecciones, con mis besos, con mis abrazos, con el alma en mis manos, con mi inocencia, con mis rimas y mis versos malogrados...

Es que no hay nadie ahí fuera que quiera de mi amor?

(Suerte tengo de teneros, mis Ángeles... aunque sea en el cielo y no en la tierra)

Mañana iré de risas, lo prometo ;-)


XII • De niño soñaba...


De niño soñaba...

Desde que tuve uso de razón, con ser futbolista, cómo no. Del Valencia, mi equipo de siempre. Y bueno, llegué incluso a probarme es ése club, aunque demasiado tarde (no había tradición futbolística en mi familia). Acabé jugando en el Levante, equipo rival de mi ciudad (concidí con Johan Cruyff el año que jugó allí -yo de juvenil y él por retirar ;), unos años, hasta que me incorporé al servicio militar... Y ahí acabó el sueño de ser estrella del fútbol.

Con tener éxito con las chicas... con que las seducía con mi simpatía, con mi gracia natural, que conseguía a la chica soñada y juntos vivíamos una preciosa historia de adolescente amor... Nunca sucedió así. Era simpático y muy gracioso, pero demasiado tímido.

Soñaba, recorriendo en bicicleta los caminos de tierra y asfalto de Bétera, con mi primo Migue al lado, que viajábamos en motocicleta por parajes ignotos y de leyenda, corriendo las aventurás más audaces e intrépidas. Lo vivíamos realmente.

Con pintar como mi tio Miguel, cuyos cuadros me impresionaron tan profundamente que aún hoy tengo rcuerdos de lo que sentía al verlos... Creo que lo conseguí... aunque no triunfé como artista, cosa que también soñaba.

Con ser cantante... me veía como Paul McCartney, cantando baladas en el Hollywood Bowl, entre el griterío enloquecido de las fans, o como Jeff Lyne más tarde... en la oscuridad de la noche, en mi cama, con los auriculares conectados al radiocassette, cerraba los ojos y escenificaba mi actuación a la perfección, después incluía en mi fantasía a mi chica soñada del momento y la imaginaba rendida, enamorada hasta la locura de mí... Esto tampoco sucedió, claro.

Junto a mi primo, tres años menor que yo, pasando las noches de verano al raso, tumbados en el cesped, junto a la piscina, mirando embelesados el límpido cielo tachonado de infinitas estrellas, soñaba con tener 18 años, un trabajo, una casa, un coche... y vivir un sinfín de aventuras en libertad... a los 18 años! Que ingenuidad... si aún no lo hice! Yo, al menos aún puedo intentarlo, mi primo, por desgracia, no.

Muchas veces, como una fijación, soñaba con hacer algo importante; inventaba un medicamento que lo curaba todo; un artefacto que hacía todas las tareas de la casa, incluso cocinar; una máquina con la que desplazarse en el espacio-tiempo... algo que me convertía en un personaje importante, reconocido a nivel mundial, lo que llenaba de orgullo a mis padres y les colmaba de felicidad... ellos lloraban de alegría... yo también... Esto tampoco sucedió.

Creo que fui un soñador nato, casi profesional, de primera división... y lo único que saqué de provecho fue desarrollar la imaginación, para luego plasmar mis fantasías en tantos y tantos dibujos, pinturas, poemas, relatos, novelas... Siempre fui ese aprendiz de todo y maestro de nada... Fui? Todavía lo soy... Y ahora...

De mayor sueño con:

Encontrar un huequito en el mundo donde habitar en paz. Encauzar mi vida definitivamente. Ser mejor persona. Dedicarme algún día a la pintura. Dedicarme algún día a escribir novelas. Convertir en mágicas melodías mis sentimientos, con mi olvidada guitarra eléctrica, al piano. Encontrar a una mujer que me aprecie tal y como soy, que me ame sinceramente y que ría conmigo, que me regale su sonrisa, su tierna mirada. Conocer personas interesantes (como mis ángeles), con las que poder compartir mi vida. Encontrar la estabilidad económica (nunca ocurrirá). Viajar por todo el mundo. Pasar largas temporadas en Venecia (escribiendo), en Egipto (escribiendo), en Mallorca (pintando), en Suiza (leyendo), en Buenos Aires (con vosotras, claro... y el mate), en Japón (fotografiando), en Australia (fotografiando), en Africa (VIVIENDO) AMANDO SIEMPRE... y en tantos otros lugares soñados. Que la vida, al fin, me concede una tregua y me permite ser FELIZ... Poder escribir en el último de mis días que valió la pena vivir. Y sueño, también, que un amanecer despierto de mi ensoñación y encuentro a mis Ángeles a mi lado, que les doy un sentido abrazo, que les transmito ese amor que me inspiran, que nos reímos de nuestra torpeza... y que decidimos que la mejor manera de continuar nuestro camino es recorrerlo JUNTOS.

OS QUIERO!!


XI • Mi vida en prosa

Salgo a desayunar, de bar, como me gusta. Después me paso por la Fnac y pillo tres pelis; dos clásicas y una de aventuras submarinas. Luego, tras pasar por el super, a casa.
Como cada sábado, desde que ya no se queda los fines de semana, como en casa con mi hija, vemos Match Point; me encanta que le guste el cine de Allen, como a su padre. En cuanto se va con su novio (fan también de Allen), que viene a recogerla porque ella anda algo fastidiada de los meniscos, salgo con la bici, a la playa, y por tercera semana consecutiva me llueve. Me encanta este tiempo nublado, algo fresco y lluvioso.
De vuelta en casa, merendando fruta, se va la luz; esto es poco habitual. No hay luz; no hay Play Station. Aprovecho para faenar por la casa, para escribir estas líneas, para leer a Haruki Murakami y su Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, para mirar llover a lo lejos, allá en las montañas, desde las diez alturas en las que vivo.
Más tarde empiezo a preparar la cena para la visita de esta noche. Una gran ensalada cargada de todo lo que se me ocurre y un par de pizzas para ellos, mas algo de picar. Ah, y el Peñascal, claro.
Esperándolos escucho a Dido mientras las sombras toman la casa, sentado en la biblioteca, de cara al ventanal, alucinando con las formas de las nubes, de los colores que toma el cielo en el ocaso.
Cuando llegan, lo de siempre ultimamente; la vida está siendo dura para todos. No hay mucha alegría. La echamos de menos. Pienso todo el tiempo en lo que echo de menos a alguien que ría conmigo, como yo. Sueño con tener a mi lado una mujer que sonría, sólo eso. Por supuesto hablamos de lo mío, nadie lo entiende, el que menos yo.
No se van muy tarde. Ya estoy solo. De nuevo triste. Quiero ser feliz, pero así no lo voy a conseguir.
Necesito una dosis importante de buen humor, de buen rollo. Me pongo una de las pelis que compré hoy: ‘Cómo casarse con un millonario’, el título promete. Elijo ésta porque la conozco de sobra y sé que me va a dejar el buen sabor de boca que necesito.
Finalmente doy por acabado el día. Me voy a la cama, solo. Mi cabeza vuelve a las andadas. Me siento solo. Siento un vacío que nace dentro de mí y lo invade todo. Tengo suerte de tener gente alrededor que se interesa por mí, a quien importo. Y hoy es uno de esos días del que puedo decir que ha sido bueno.
Pero eso no hace que la sensación de vacío cese.
Me meto en la cama.
Apago la luz.

Me gustaría que mi vida fuera poesía.
No lo es.
Mi vida es prosa.


X • Tres almas gemelas

Es de noche. Ya tarde. Estoy solo.

Entonces soy presa de todo cuanto temo. Me asaltan las dudas, la congoja, los recuerdos. Rostros, lugares, sonidos, olores... todo lo bueno que tuve, todo lo que ya no tengo. Llenan de absurdo vacío mi corazón harapiento. En la noche oscura, cuando ya es tarde, cuando estoy solo.

Lucho contra fantasmas de contornos borrosos, de miradas difusas, de lamentos sordos. Lucho contra mí mismo, contra mi pena, contra mi odio. Lucho con todas mis fuerzas, de veras... Lucho sin la ayuda de nadie. Lucho yo mismo, yo solo.

Cuando de pronto veo radiantes destellos surgiendo de las mismas estrellas. Ángeles custodios que llegan para aliviar mis tristezas. Bañados en luz celestial al són de una música nueva. Llegan a mí mariposas, burbujeantes bellezas, hermanas de corazón portando tres almas gemelas.

Entonces sé que aún vivo, que vivo gracias a ellas, que vigilan las tres, que me velan, porque me quieren de veras. Renazco pues como ave Fenix de las cenizas eternas, una y mil veces que fueran, sólo por verlas contentas.


IX • No tengo palabras

No tengo palabras

Para decir lo que siento... no tengo palabras.

Tengo sentimientos sin nombre, pues aún no se ha inventado modo alguno de describirlos. Tengo sensaciones que no te puedo contar, porque ni yo mismo las comprendo. Tengo emociones que me pueden, que me hacen temblar como un niño, y que tan sólo tú me provocas. Tengo estremecimientos que son a la vez dulces y amargos, balsámicos y dolientes. Tengo turbaciones que me desmoronan los esquemas.

Y no sé describir lo que siento... no tengo palabras.

Podría hablar de tus alas, produciendo un imperceptible siseo. Podría hablar de tu voz, dulce, melosa, sentida y amorosa. Podría leer tus palabras y derramar rios de lágrimas por ellas. Podría sentir tu aliento junto a mi cuello, oliendo a flores preciosas. Podría morir por tu amor de niña, aún en la distancia inmensa. Podría soñar una y mil veces que te conozco de veras...

Pero no sé decir lo que siento... porque no existen palabras.

Si acaso tuviera que hacerlo....

con un par de palabras sinceras

diría tan sólo TE QUIERO



VIII • Hoy me dio por repartir ‘Te Quieros’

Te quiero VIDA, porque me regalaste la mejor madre del mundo, una infancia feliz en un ambiente de AMOR; porque me has permitido vivir momentos de felicidad imborrables; haber conocido a personas irrepetibles y haber descubierto, finalmente, el AMOR... Sí, VIDA, a pesar de lo dura que has querido también ser conmigo, especialmente en los últimos dos años, llevándote a las dos personas que yo más quería... te quiero VIDA.

Te quiero Irma, porque estar contigo, tenerte a mi lado, sentir tu querer, representa la esperanza de que algún día pueda encontrar a alguien como tú para amar, de nuevo, con toda mi alma.

Te quiero Papallona, porque llegaste a mí de puntillas, con tus alas silenciosas, para regalarme el más tierno cariño que se pueda obsequiar a través del inmenso océano; porque en éstos aciagos tiempos que me tocaron vivir, sos la persona que me tiene cogida la mano para sacarme de la oscuridad y acercarme a la luz; porque mi día a día se ha visto recompensado con tu mágica presencia.

Te quiero Burbuja, porque fuiste la primera sorpresa agradable del año, porque me diste una alegría inesperada cuando la tristeza me abrumaba, porque sin conocerte apenas a pesar de formar parte de mi leyenda, decidiste tomar parte en mi vida, compartir tu precioso tiempo, tus inquietudes y tu comprensión conmigo.

Te quiero Sol, por esa infatigable luz, ese calor con que nos regalas cada día de nuestra existencia, en la alegría y en la tristeza, desde tiempos inmemoriales, sin los cuales no tendría sentido la vida.

Te quiero Luna, por las noches que pasé observándote, mientras iluminabas nuestras infantiles fantasías. Porque me sigues fascinando y me transportas a aquellos mágicos días.

Te quiero Noche, porque en tí habita mi alma de artista, porque tú me has inspirado relatos, poemas, novelas y pinturas.

Te quiero Día, por permitirme una vez más tratar de hallar mi alegría.


VII • Yo quisiera


Quisiera ser una nube, derramar mis lágrimas sobre la Tierra, sobre tí, y después desvanecerme para siempre.

Quisiera volar tan alto que jamás pudieran dar conmigo mis recuerdos.

Quisiera correr veloz, sin detenerme nunca, hacia el horizonte, hasta desfallecer, hasta extinguirme.

Quisiera ser el horizonte mismo, para que nadie pudiera alcanzarme jamás.

Quisiera perderme entre las dunas de un desierto infinito, hundirme en sus arenas doradas, fundirme con ellas.

Quisiera ser el reflejo titilante del sol en una charca tras la lluvia.

Quisiera cerrar mis ojos y perder de vista el pasado... ese que duele.

Quisiera ser el halo que envuelve la Luna; teñir con su blancura cada rincón de nuestras almas.

Quisiera ser...

Y sin embargo tan sólo soy un Ángel culpable. Culpable de haber amado, que por haberse atrevido a amar está ahora herido.

Y éste es su diario...


VI • Duele el corazón


Duele el corazón, duele.

Constante, tenázmente. Como una eterna marea empujando a sus olas hacia la orilla; el dolor que se va; el dolor que regresa...

Es acaso el amor como una estrella fugaz? Tan intenso, a veces, que nos deslumbra, como el fogonazo del meteorito al entrar en contacto con la atmosfera, y tan efimero como su visión brillante en el oscuro cielo estrellado?

Y es acaso regido el amor por esa eterna marea, que de la misma forma que a las olas, nos lo deja saborear y luego nos lo lleva?

Duele el corazón, duele.

Y es un dolor más que físico, que se agarra a nuestras entrañas y nos retuerce el alma.

Esque acaso no es suficiente con entregar el alma, el corazón y la vida, para ser recompensado, por sentencia divina, con la misma moneda?

Ya sé que no, que antes no lo sabía. Ya sé que no, y por eso se me va la vida.


V • Me sorprende la Vida


Sí, me sorprende la vida.

Soy un ser absolutamente expuesto a ella... a la vida, a las sorpresas con que ella nos obsequia.
Y así, voy andando mi camino, unas veces anclando firmemente mis pies en la tierra, otras dejándome zarandear por las olas del infinito oceano.

Y si es la Luna quien rige las mareas, debe ser que, del mismo modo, rige también nuestras vidas. Pues unas veces estamos en la cima de la montaña más alta, y otras en lo más profundo del abismo.

Así me sorprende, sintiéndome, en ocasiones, como un Ángel iluminado, para desmoronarme más tarde como un Ángel herido, un Ángel caido...

Lo acepto... Y es por ello que sobrevivo. Unas veces en la luz. Tantas otras en la más absoluta oscuridad.

Hoy estoy en la luz.

El horizonte no me parece tan lejano. El sol ilumina cada rincón, hasta el recoveco más íntimo de mi ser. Dándome una perspectiva distinta, más positiva, más esperanzadora. Experimento una sensación de poder que embriaga. La del poder de decisión. Sobre mí mismo, sobre mi presente, sobre mi futuro. Sobre mi forma de pensar, de sentir, de hacer, de reaccionar, de decidir... Y tal sensación me llena de tranquilidad, de paz.

Y qué ha cambiado. Nada. Nada ha cambiado excepto yo. Mi forma de ver, de sentir.

Estoy en la gran noria del parque de atracciones llamado EXISTENCIA.

Y al Ángel le sigue sorprendiendo la vida.


IV • La Luna me habla


Si miro a la Luna, ella me habla.

Si escucho a la Luna, ella se hace entender.

Y es ella la que me habla de sueños. Sueños ancestrales y más antiguos que ella misma, que habitan en lo más profundo de cada uno de nosotros, desde siempre...

¿Quién es capaz de negar que persigue la felicidad?

Esa búsqueda, ineludible, es el motor que llena de energía nuestras vidas.

Sin embargo, es también inevitable... Hay travesías demasiado exigentes que conllevan un sobreesfuerzo... y en ocasiones, esa energía indispensable para llevar a cabo la búsqueda, es escasa, no llega, se extingue...

Es mi momento para hablar de DOLOR... también tendrán el suyo la dicha, la bonanza, la felicidad... pero siento ahora la necesidad de entender, de asimilar, de superar tanto dolor...

La diosa fortuna quiso que heredara el carácter, la alegría, el optimismo, la energía, el espíritu de lucha de mi madre. Es una certeza absoluta el que pueda estar superando tan dificil prueba gracias a ella... a pesar de su dolorosa ausencia, tan reciente todavía... Sí, son dos golpes mortales, crueles, de infinita tristeza y dolor. Por eso necesita llorar el Ángel herido. Mas, sin embargo, anda falto de unas lágrimas que parecen haberle abandonado.

Dos ausencias tan recientes y próximas en el tiempo dejan un vacío demasiado inmenso para ser asimilado sin la ayuda del tiempo. Si es que, en esta ocasión, el tiempo haya de ser capaz de, si no hacer olvidar, al menos aliviar livianamente tanta desdicha.

La buena noticia es que el Ángel siente crecer, dentro de sí, la urgencia por vivir, por volver a sentir latir su roto corazón...

Es por ello que tras llorar bajo la Luna... cuando consiga, por fin, hacerlo, seguirá deseando con todas sus ansias seguir Soñando bajo la Luna.



III • Hoy fui feliz...

Recibí la visita de un Ángel. Por supuesto, hay más, muchos más. Estamos rodeados por ellos. Pero a mí me visitó un Ángel.

Y me hizo un regalo increíble... por cuanto no daba crédito al mismo. Por inesperado, por entrañable, por amoroso... y sí, por inmerecido.

Me visitó un Ángel y me dio un poquito de vida (que el resto he de buscarla yo), me insufló un soplo de aliento, de ánimo y energía. Sí, de vida.

Y su regalo divino tomó forma celestial de música Oh mio babbino caro, también de bellas palabras susurradas cuanto apenas, en forma de cálido, desinteresado amor. Cuanta alegría!

El Ángel venía de lejos, del otro lado, allá tan lejos, para coger de mi mano y mostrarme su camino, el que lleva a la bondad, el que lleva al cariño, el que andando a su lado me labrará también mi propio destino.

Hoy fui feliz, mi Angelito, por tu bondad desmedida, por tu presencia a mi lado, por tu poema sentido, por venirte desde el cielo para llorar aquí, conmigo.

Hoy fui feliz, ya digo.

(Fue un Ángel con nombre de mujer)


II • El Ángel herido

Hola, soy Ángel... y confieso que estoy herido.

Herido en lo más profundo de mi ser celestial. De mi cuerpo físico, de mi alma mortal.

Pero, quizás, debería comenzar por el principio, para que os podáis hacer una idea del origen de mi dolor, de la naturaleza del mismo.

No siempre fui feliz, aunque sí, desde mi origen, tuve la fortuna de mi lado, pues nací envuelto en zurrón, y según cuentan los antiguos, es presagio de buena ventura.

Sin embargo, el AMOR no se presentó hasta mi segunda vida, tras una largísima relación que, no habiendo comenzado como debería, tuvo un final esperado.

Pero sí, por sorpresa y para mi felicidad, el AMOR me llegó en forma de ángel, en forma de mujer.

¿Se puede tener a la pareja perfecta y ser feliz con ella? Puedo afirmar que sí. Ocho años de mi vida lo atestiguan. Una felicidad plena, en una pareja plena. Sin roce, discusión ni pelea, afines enteramente.

Y he aquí la desgracia. Tras hablar sin cesar sobre el deseo mútuo de eternizar tanta dicha hasta el final de los tiempos...

Que un negro día, tan inesperadamente como el AMOR llegó... cesó.

‘He decidido continuar mi camino sin tí...’

Y el universo se me derrama; el alma se me derrama; el corazón se me quiebra... El AMOR me deja.

El Ángel cae herido. Llorando bajo la Luna.
Cuando apenas instantes antes soñaba bajo la Luna.


I • Soñando...

Si la vida es sueño, vivo soñando, pues vivo.

Y sueño, pues es imposible no soñar, dejar volar la imaginación... Buscando otros mundos que, aún estando en éste, se nos antojan tan sólo sueños.

Y en ocasiones, incluso, llegamos a confundirlos, compartiéndolos en una misma vida.

Me gustaría aprovechar éste nuevo universo nacido de la necesidad tanto como de la ilusión, para reflexionar en voz alta sobre ambos mundos... Realidad, Fantasía... Alegría, Tristeza... Felicidad... Dolor... SUEÑOS...

Pero antes, permitidme que me presente: