Dos años que el Ángel herido cierra con la llegada de un nuevo año, que vivirá en la luz, dejando atrás una oscuridad en la que nunca debió habitar.
Un ciclo se ha cumplido, soñando bajo la Luna...
Una nueva vida se inicia...
No es sencillo
No es agradable
No es soportable
Tanto dolor
Tanta pasión
Tanto temor
No es romántico
No es bucólico
No es deseable
El desamor
El deshonor
El rencor
Y qué hacer
Si duele
La pasión
Si temo
El desamor
Si sufro
El rencor
Si odio…
Cerca de tí
SIEMPRE
Bajo la Luna
Soñando
Sufriendo
Sintiendo
Siendo
Solo
Cerca de tí
SIEMPRE
Tu música
Tu voz
Tu magia
Tu alma
Tú
Cerca de tí
SIEMPRE
Mirándote
Soñándote
Anhelándote
Llorándote
Esperándote
Cerca de tí
SIEMPRE
Respiro
Muero
Resisto
Muero
Vivo
Cerca de tí
SIEMPRE
Luna
Abubillas llamando, ocaso estrellado, sabor amargo, pura hiel.
Rompen las olas, arrulla el curso del rio, y la música llega,
amable brisa, embriagadora y ciega.
Pían, se llaman, pían, se contestan. Y la noche se cierne...
Me rasgo el alma, y qué encuentro... Se me vá la vida asolada.
El piar, la música, el vacío, mi sonrisa burlada, mi latir congelado...
No siento... y siento tanto. Espesas las entrañas, sangre,
gelatinoso plasma, macilenta mirada, inerte corazón yermo.
Siguen piando, llamando. Siguen. Pían.
Ahora piano, triste, arrasando notas aladas.
Sueño contigo, y contigo... contigo.
Dulce pesadilla que hiere, que abrasa.
La noche, al alba, morir, vivir, morir...
Y de nuevo la luz, el día, y de nuevo muero, recorriendo telarañas,
hedores, frescura, dolores arcanos.
La vida no es sueño, es horror. Amor, temor, volar con la melodía,
convertida melancolía, estallar en falaz algazara.
Y pían, se llaman, abubillas...
Y lloro lágrimas negras, húmedos hollines, ponzoña, desídia,
doliéndome el alma, se me moría... el gesto en mis labios, de franca alegría.
No encuentro sentido, así me sentía. Por qué me dejaste? Solo, absuelto de culpa,
el alma perdía. Por qué me dejaste? Por qué huíste mientras moría?
Son rostros en sombras, afectuosas miradas, formas difusas,
aromas concretos, cabellos y ropas, son voces y risas.
Son tiernos momentos, lugares, memoria, balancéo de un sofá,
la cortina que se enreda, y a tu voz, un minino vuelta y vuelta.
Son palabras que resuenan, sentimientos que afloran, roces,
caricias, besos, manos que sienten, piel cálida estremecida.
Son horas, son días, son años, entrando al mundo de puntillas,
sueños, temores, valentía, son cariño y alegría.
Son letras lloradas, dulces secretos vertidos, necesidad escrita,
derramada nuestra vida, sobre papel anhelado.
Son energía invertida, son esfuerzo compartido, nuestro aliento
respirado, frio, calor, son camino deseado.
Son punzadas de dolor, son hambre, sed, soledad, ausencia, temor.
Son recuerdos que te queman, perdida ya su razón.
(Para tí, añorada Teresa)
Hay ciertos días que son tuyos,
instantes de horas enteras,
jornadas de apenas segundos,
en que la vida se detiene
exhalando su nostalgia
con apenas un suspiro.
Días que traen tu nombre
como las hojas mecidas
por el aire que respiro.
Días de luz y sonrisas
dulces como la miel
de tu mirada de niña.
Instantes eternos de tí,
de melodías que te sueñan,
que me hacen perder la razón
bajo la ténue luz de las velas.
Instantes soñados sin fin
que te convierten en ella.
Jornadas de humo y licor
para mostrarnos las almas,
donde el más leve roce es amor
y la ingénua locura nos gana.
Jornadas, ocurra lo que ocurra,
para volver a ser anheladas.
Le lloro al cielo que nace
al despertar mi cama vacía,
arrugada de recuerdos,
anegada de sollozos
lloro al cielo cada día.
Le lloro al cielo que me mira
desgranar horas sufridas,
esconderme de sus burlas
renegando de mi ser
por seguir creyéndola mía.
Le lloro al cielo por su belleza
justo al ocaso, prendido en llamas,
hecha jirones el alma,
en brasas al recordarla
imploro al cielo venganza.
Le lloro al cielo que marcha
mientras la Luna se rie
contemplando mi rostro bañado
por los rios de mi desgracia,
le lloro en llanto de escarcha.
Le lloro al cielo mientras estalla
derramando el universo entero
entre sus nubes de plata,
mientras la brisa ativia
las lágrimas que ella me arranca.
Le lloro al cielo nocturno
preñado de estrellas blancas
mientras me guiñan sus ojos
regalándome esperanza,
recomponiendo de nuevo mi alma.
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(Este rinconcito de mi alma iba
a llamarse ‘Llorando bajo la Luna’)
Como la vida misma,
sin esperarla, sin merecerla,
sin despertar a la Luna,
como las mágicas Hadas
que nuestros sueños habitan.
Se presentó sin más, una noche,
como lo haría la vida misma.
Apareció al ocaso en mi vida,
mientras llovía mi alma,
mientras mi vida moría.
Con su fulgente cabello dorado,
con su perlada sonrisa tendida,
con su celeste mirada serena,
como lo haría la vida misma.
Como la vida misma,
me obsequió sus dulces palabras,
sanando llagas, cerrando heridas,
pactando con las distancias,
parando las horas y hasta los días,
para rendirme su tierno regazo
para invocarme a creer en la vida.
Apareció al ocaso en mi vida,
real, vital y valiente,
como el más dulce presente,
hermosa como los besos de amor,
como el dorado aroma de miel,
como entre nubes rayo de sol,
como lo haría sin duda la vida.
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Burbuja dorada,
Burbuja querida,
siento quererte ya tanto
como querría a la vida...
Te miro y siento,
porque tus ojos transmiten
desde infinito amor
a la sincera tristeza
que habita en mi interior.
Te miro y siento
si te descubro celosa
por todo cuanto yo siento,
porque quisieras darme
tu posesión más hermosa.
Te miro y siento
curárseme el alma en pena,
aflorar lo mejor de mí mismo,
sentimientos desconocidos
inspirados en tu belleza.
Te miro y siento
hallar el cielo en la tierra,
pues eres mi alma gemela,
y nunca podré renunciar
a quererte de ésta manera
Para tí, Marieta.
Por qué morir
si miro al cielo y resucito,
si contemplar el ocaso
hace tambalear mi alma
y un sencillo soplo de brisa
me recompone la vida?
Por qué morir
si hasta una gota de lluvia
sobre mi rostro llorado,
si un tronar desgarrado,
si el destello de un rayo
ponen fin a mi agonía
Por qué morir
si tu preciosa sonrisa,
tus dulces ojos entornados
mirándome a hurtadillas
toman forma de Ángel
para curar mis heridas?
Por qué morir
si todo el dolor infringido
por las diosas de las penas
apenas socaba mi amor
que siento infinito en mis venas
suspirando por ser para vos?
Quería reirme un rato,
no sabía cómo hacerlo,
entonces sonó el microondas
y me acordé de mi gato.
Bien pensado, no molaba,
lo llenaría todo de pelos
y no lo podría meter
si antes no lo pillaba.
Qué podría yo hacer
para reirme un rato?
andaba canturreando
al són de mi rítmico flato.
Podría echar huevos al patio,
o bien llamadas obscenas,
ir apretando los timbres
por cada una de las puertas.
Podría prender fuego al loro,
llamar luego a los bomberos
pedirles que lo apagaran
y cocinarlo para la cena.
También podría disfrazarme
de pendeja toda tiesa
ligarme algún maromo
y que saliera por piernas.
Podría si acaso a la noche
andar pinchando las ruedas,
esperar a ver los dueños
con esas caras de pena.
Podría saltar al vacío
desde mi alta azotea,
estrellarme contra el suelo
con estrépido espantoso,
y dar un susto de muerte
a cualquiera que lo viera...
No, esto no.
En fin, no se, me aburro,
Yo lo que quería era reirme
y por mucho que me estrujo
me sale la vena gamberra.
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Una pequeña broma de Ángel