X • Tres almas gemelas

Es de noche. Ya tarde. Estoy solo.

Entonces soy presa de todo cuanto temo. Me asaltan las dudas, la congoja, los recuerdos. Rostros, lugares, sonidos, olores... todo lo bueno que tuve, todo lo que ya no tengo. Llenan de absurdo vacío mi corazón harapiento. En la noche oscura, cuando ya es tarde, cuando estoy solo.

Lucho contra fantasmas de contornos borrosos, de miradas difusas, de lamentos sordos. Lucho contra mí mismo, contra mi pena, contra mi odio. Lucho con todas mis fuerzas, de veras... Lucho sin la ayuda de nadie. Lucho yo mismo, yo solo.

Cuando de pronto veo radiantes destellos surgiendo de las mismas estrellas. Ángeles custodios que llegan para aliviar mis tristezas. Bañados en luz celestial al són de una música nueva. Llegan a mí mariposas, burbujeantes bellezas, hermanas de corazón portando tres almas gemelas.

Entonces sé que aún vivo, que vivo gracias a ellas, que vigilan las tres, que me velan, porque me quieren de veras. Renazco pues como ave Fenix de las cenizas eternas, una y mil veces que fueran, sólo por verlas contentas.


IX • No tengo palabras

No tengo palabras

Para decir lo que siento... no tengo palabras.

Tengo sentimientos sin nombre, pues aún no se ha inventado modo alguno de describirlos. Tengo sensaciones que no te puedo contar, porque ni yo mismo las comprendo. Tengo emociones que me pueden, que me hacen temblar como un niño, y que tan sólo tú me provocas. Tengo estremecimientos que son a la vez dulces y amargos, balsámicos y dolientes. Tengo turbaciones que me desmoronan los esquemas.

Y no sé describir lo que siento... no tengo palabras.

Podría hablar de tus alas, produciendo un imperceptible siseo. Podría hablar de tu voz, dulce, melosa, sentida y amorosa. Podría leer tus palabras y derramar rios de lágrimas por ellas. Podría sentir tu aliento junto a mi cuello, oliendo a flores preciosas. Podría morir por tu amor de niña, aún en la distancia inmensa. Podría soñar una y mil veces que te conozco de veras...

Pero no sé decir lo que siento... porque no existen palabras.

Si acaso tuviera que hacerlo....

con un par de palabras sinceras

diría tan sólo TE QUIERO



VIII • Hoy me dio por repartir ‘Te Quieros’

Te quiero VIDA, porque me regalaste la mejor madre del mundo, una infancia feliz en un ambiente de AMOR; porque me has permitido vivir momentos de felicidad imborrables; haber conocido a personas irrepetibles y haber descubierto, finalmente, el AMOR... Sí, VIDA, a pesar de lo dura que has querido también ser conmigo, especialmente en los últimos dos años, llevándote a las dos personas que yo más quería... te quiero VIDA.

Te quiero Irma, porque estar contigo, tenerte a mi lado, sentir tu querer, representa la esperanza de que algún día pueda encontrar a alguien como tú para amar, de nuevo, con toda mi alma.

Te quiero Papallona, porque llegaste a mí de puntillas, con tus alas silenciosas, para regalarme el más tierno cariño que se pueda obsequiar a través del inmenso océano; porque en éstos aciagos tiempos que me tocaron vivir, sos la persona que me tiene cogida la mano para sacarme de la oscuridad y acercarme a la luz; porque mi día a día se ha visto recompensado con tu mágica presencia.

Te quiero Burbuja, porque fuiste la primera sorpresa agradable del año, porque me diste una alegría inesperada cuando la tristeza me abrumaba, porque sin conocerte apenas a pesar de formar parte de mi leyenda, decidiste tomar parte en mi vida, compartir tu precioso tiempo, tus inquietudes y tu comprensión conmigo.

Te quiero Sol, por esa infatigable luz, ese calor con que nos regalas cada día de nuestra existencia, en la alegría y en la tristeza, desde tiempos inmemoriales, sin los cuales no tendría sentido la vida.

Te quiero Luna, por las noches que pasé observándote, mientras iluminabas nuestras infantiles fantasías. Porque me sigues fascinando y me transportas a aquellos mágicos días.

Te quiero Noche, porque en tí habita mi alma de artista, porque tú me has inspirado relatos, poemas, novelas y pinturas.

Te quiero Día, por permitirme una vez más tratar de hallar mi alegría.


VII • Yo quisiera


Quisiera ser una nube, derramar mis lágrimas sobre la Tierra, sobre tí, y después desvanecerme para siempre.

Quisiera volar tan alto que jamás pudieran dar conmigo mis recuerdos.

Quisiera correr veloz, sin detenerme nunca, hacia el horizonte, hasta desfallecer, hasta extinguirme.

Quisiera ser el horizonte mismo, para que nadie pudiera alcanzarme jamás.

Quisiera perderme entre las dunas de un desierto infinito, hundirme en sus arenas doradas, fundirme con ellas.

Quisiera ser el reflejo titilante del sol en una charca tras la lluvia.

Quisiera cerrar mis ojos y perder de vista el pasado... ese que duele.

Quisiera ser el halo que envuelve la Luna; teñir con su blancura cada rincón de nuestras almas.

Quisiera ser...

Y sin embargo tan sólo soy un Ángel culpable. Culpable de haber amado, que por haberse atrevido a amar está ahora herido.

Y éste es su diario...


VI • Duele el corazón


Duele el corazón, duele.

Constante, tenázmente. Como una eterna marea empujando a sus olas hacia la orilla; el dolor que se va; el dolor que regresa...

Es acaso el amor como una estrella fugaz? Tan intenso, a veces, que nos deslumbra, como el fogonazo del meteorito al entrar en contacto con la atmosfera, y tan efimero como su visión brillante en el oscuro cielo estrellado?

Y es acaso regido el amor por esa eterna marea, que de la misma forma que a las olas, nos lo deja saborear y luego nos lo lleva?

Duele el corazón, duele.

Y es un dolor más que físico, que se agarra a nuestras entrañas y nos retuerce el alma.

Esque acaso no es suficiente con entregar el alma, el corazón y la vida, para ser recompensado, por sentencia divina, con la misma moneda?

Ya sé que no, que antes no lo sabía. Ya sé que no, y por eso se me va la vida.


V • Me sorprende la Vida


Sí, me sorprende la vida.

Soy un ser absolutamente expuesto a ella... a la vida, a las sorpresas con que ella nos obsequia.
Y así, voy andando mi camino, unas veces anclando firmemente mis pies en la tierra, otras dejándome zarandear por las olas del infinito oceano.

Y si es la Luna quien rige las mareas, debe ser que, del mismo modo, rige también nuestras vidas. Pues unas veces estamos en la cima de la montaña más alta, y otras en lo más profundo del abismo.

Así me sorprende, sintiéndome, en ocasiones, como un Ángel iluminado, para desmoronarme más tarde como un Ángel herido, un Ángel caido...

Lo acepto... Y es por ello que sobrevivo. Unas veces en la luz. Tantas otras en la más absoluta oscuridad.

Hoy estoy en la luz.

El horizonte no me parece tan lejano. El sol ilumina cada rincón, hasta el recoveco más íntimo de mi ser. Dándome una perspectiva distinta, más positiva, más esperanzadora. Experimento una sensación de poder que embriaga. La del poder de decisión. Sobre mí mismo, sobre mi presente, sobre mi futuro. Sobre mi forma de pensar, de sentir, de hacer, de reaccionar, de decidir... Y tal sensación me llena de tranquilidad, de paz.

Y qué ha cambiado. Nada. Nada ha cambiado excepto yo. Mi forma de ver, de sentir.

Estoy en la gran noria del parque de atracciones llamado EXISTENCIA.

Y al Ángel le sigue sorprendiendo la vida.


IV • La Luna me habla


Si miro a la Luna, ella me habla.

Si escucho a la Luna, ella se hace entender.

Y es ella la que me habla de sueños. Sueños ancestrales y más antiguos que ella misma, que habitan en lo más profundo de cada uno de nosotros, desde siempre...

¿Quién es capaz de negar que persigue la felicidad?

Esa búsqueda, ineludible, es el motor que llena de energía nuestras vidas.

Sin embargo, es también inevitable... Hay travesías demasiado exigentes que conllevan un sobreesfuerzo... y en ocasiones, esa energía indispensable para llevar a cabo la búsqueda, es escasa, no llega, se extingue...

Es mi momento para hablar de DOLOR... también tendrán el suyo la dicha, la bonanza, la felicidad... pero siento ahora la necesidad de entender, de asimilar, de superar tanto dolor...

La diosa fortuna quiso que heredara el carácter, la alegría, el optimismo, la energía, el espíritu de lucha de mi madre. Es una certeza absoluta el que pueda estar superando tan dificil prueba gracias a ella... a pesar de su dolorosa ausencia, tan reciente todavía... Sí, son dos golpes mortales, crueles, de infinita tristeza y dolor. Por eso necesita llorar el Ángel herido. Mas, sin embargo, anda falto de unas lágrimas que parecen haberle abandonado.

Dos ausencias tan recientes y próximas en el tiempo dejan un vacío demasiado inmenso para ser asimilado sin la ayuda del tiempo. Si es que, en esta ocasión, el tiempo haya de ser capaz de, si no hacer olvidar, al menos aliviar livianamente tanta desdicha.

La buena noticia es que el Ángel siente crecer, dentro de sí, la urgencia por vivir, por volver a sentir latir su roto corazón...

Es por ello que tras llorar bajo la Luna... cuando consiga, por fin, hacerlo, seguirá deseando con todas sus ansias seguir Soñando bajo la Luna.



III • Hoy fui feliz...

Recibí la visita de un Ángel. Por supuesto, hay más, muchos más. Estamos rodeados por ellos. Pero a mí me visitó un Ángel.

Y me hizo un regalo increíble... por cuanto no daba crédito al mismo. Por inesperado, por entrañable, por amoroso... y sí, por inmerecido.

Me visitó un Ángel y me dio un poquito de vida (que el resto he de buscarla yo), me insufló un soplo de aliento, de ánimo y energía. Sí, de vida.

Y su regalo divino tomó forma celestial de música Oh mio babbino caro, también de bellas palabras susurradas cuanto apenas, en forma de cálido, desinteresado amor. Cuanta alegría!

El Ángel venía de lejos, del otro lado, allá tan lejos, para coger de mi mano y mostrarme su camino, el que lleva a la bondad, el que lleva al cariño, el que andando a su lado me labrará también mi propio destino.

Hoy fui feliz, mi Angelito, por tu bondad desmedida, por tu presencia a mi lado, por tu poema sentido, por venirte desde el cielo para llorar aquí, conmigo.

Hoy fui feliz, ya digo.

(Fue un Ángel con nombre de mujer)


II • El Ángel herido

Hola, soy Ángel... y confieso que estoy herido.

Herido en lo más profundo de mi ser celestial. De mi cuerpo físico, de mi alma mortal.

Pero, quizás, debería comenzar por el principio, para que os podáis hacer una idea del origen de mi dolor, de la naturaleza del mismo.

No siempre fui feliz, aunque sí, desde mi origen, tuve la fortuna de mi lado, pues nací envuelto en zurrón, y según cuentan los antiguos, es presagio de buena ventura.

Sin embargo, el AMOR no se presentó hasta mi segunda vida, tras una largísima relación que, no habiendo comenzado como debería, tuvo un final esperado.

Pero sí, por sorpresa y para mi felicidad, el AMOR me llegó en forma de ángel, en forma de mujer.

¿Se puede tener a la pareja perfecta y ser feliz con ella? Puedo afirmar que sí. Ocho años de mi vida lo atestiguan. Una felicidad plena, en una pareja plena. Sin roce, discusión ni pelea, afines enteramente.

Y he aquí la desgracia. Tras hablar sin cesar sobre el deseo mútuo de eternizar tanta dicha hasta el final de los tiempos...

Que un negro día, tan inesperadamente como el AMOR llegó... cesó.

‘He decidido continuar mi camino sin tí...’

Y el universo se me derrama; el alma se me derrama; el corazón se me quiebra... El AMOR me deja.

El Ángel cae herido. Llorando bajo la Luna.
Cuando apenas instantes antes soñaba bajo la Luna.


I • Soñando...

Si la vida es sueño, vivo soñando, pues vivo.

Y sueño, pues es imposible no soñar, dejar volar la imaginación... Buscando otros mundos que, aún estando en éste, se nos antojan tan sólo sueños.

Y en ocasiones, incluso, llegamos a confundirlos, compartiéndolos en una misma vida.

Me gustaría aprovechar éste nuevo universo nacido de la necesidad tanto como de la ilusión, para reflexionar en voz alta sobre ambos mundos... Realidad, Fantasía... Alegría, Tristeza... Felicidad... Dolor... SUEÑOS...

Pero antes, permitidme que me presente: