II • El Ángel herido

Hola, soy Ángel... y confieso que estoy herido.

Herido en lo más profundo de mi ser celestial. De mi cuerpo físico, de mi alma mortal.

Pero, quizás, debería comenzar por el principio, para que os podáis hacer una idea del origen de mi dolor, de la naturaleza del mismo.

No siempre fui feliz, aunque sí, desde mi origen, tuve la fortuna de mi lado, pues nací envuelto en zurrón, y según cuentan los antiguos, es presagio de buena ventura.

Sin embargo, el AMOR no se presentó hasta mi segunda vida, tras una largísima relación que, no habiendo comenzado como debería, tuvo un final esperado.

Pero sí, por sorpresa y para mi felicidad, el AMOR me llegó en forma de ángel, en forma de mujer.

¿Se puede tener a la pareja perfecta y ser feliz con ella? Puedo afirmar que sí. Ocho años de mi vida lo atestiguan. Una felicidad plena, en una pareja plena. Sin roce, discusión ni pelea, afines enteramente.

Y he aquí la desgracia. Tras hablar sin cesar sobre el deseo mútuo de eternizar tanta dicha hasta el final de los tiempos...

Que un negro día, tan inesperadamente como el AMOR llegó... cesó.

‘He decidido continuar mi camino sin tí...’

Y el universo se me derrama; el alma se me derrama; el corazón se me quiebra... El AMOR me deja.

El Ángel cae herido. Llorando bajo la Luna.
Cuando apenas instantes antes soñaba bajo la Luna.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

La media naranja no existe, no somos 1 partido en 2, no hay un solo alma para cada persona.

Sí existe la complicidad, la serenidad, la alegría, las casualidades, el amor, las miradas, el cosquilleo interior, la sinceridad... sólo hay que esperar a que llegue el momento y no desperdiciarlo.
Hay tantos segundos en un sólo día donde la complicidad nos delata...

Siento no haberme dado cuenta antes

Ángel dijo...

Cada uno somos un universo entero, y somos infinitos, como él....

E infinitas las vivencias que nos toca vivir, ya lo sé por la experiencia de mis dos vidas anteriores... Y sigo aprendiendo... Y sigo viviendo, soñando, sufriendo, riendo...

Sigo...

Gracias por tus palabras Esther.