Duele el corazón, duele.
Constante, tenázmente. Como una eterna marea empujando a sus olas hacia la orilla; el dolor que se va; el dolor que regresa...
Es acaso el amor como una estrella fugaz? Tan intenso, a veces, que nos deslumbra, como el fogonazo del meteorito al entrar en contacto con la atmosfera, y tan efimero como su visión brillante en el oscuro cielo estrellado?
Y es acaso regido el amor por esa eterna marea, que de la misma forma que a las olas, nos lo deja saborear y luego nos lo lleva?
Duele el corazón, duele.
Y es un dolor más que físico, que se agarra a nuestras entrañas y nos retuerce el alma.
Esque acaso no es suficiente con entregar el alma, el corazón y la vida, para ser recompensado, por sentencia divina, con la misma moneda?
Ya sé que no, que antes no lo sabía. Ya sé que no, y por eso se me va la vida.
2 comentarios:
La marea de la vida
nos acerca,
nos eleva,
nos deslumbra,
nos aleja...
Por eso cuesta tanto aprender
que la vida se nos va
como una ola
a la que no podemos retener.
Lástima que el costo de aprender
es tan alto, Ángel querido...
Un dulce beso vuela desde aquí para vos... si es que puede servir a que no duela tanto tu corazón.
Mil gracias!
Sirve. Desde luego que sirve.
Te lo mando de vuelta...
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